Si algo bueno se puede sacar de periodos de crisis como el actual, es la reflexión acerca de los motivos que la han causado, pues nos ayudará a tener bien presentes nuestros errores, para no volver a caer a ellos.

Una de las primeras conclusiones a las que llegamos es la importancia de la confianza en los mercados. Tres pilares son los que, a mi juicio, sustentan la confianza, pilares que además se encuentran interrelacionados: transparencia de las compañías que incrementa la credibilidad de las mismas y genera, por tanto, reputación.

En esta línea, creo conveniente recordar el artículo que escribió Bertrand Russell en 1951 en The New York Times Magazine para divulgar la razón: The best answer to fanaticism: liberalism. En el mismo se exponen 10 mandamientos que, a juicio del autor, deberían enseñar todos los profesores a sus alumnos. Revisando el artículo, uno se pregunta si Russell se adelantó más de 60 años a sus tiempos o si algunos de nosotros no tenemos bien presente nuestra historia.

1.- No estés absolutamente seguro de nada.

2.- No creas conveniente actuar ocultando pruebas, pues las pruebas terminan por salir a la luz.

3.- Nunca intentes oponerte al raciocinio, pues seguramente lo conseguirás.

4.- Cuando encuentres oposición, aunque provenga de tu esposo o de tus hijos, trata de superarla por medio de la razón y no de la autoridad, pues una victoria que dependa de la autoridad es irreal e ilusoria.

5.- No respetes la autoridad de los demás, pues siempre se encuentran autoridades enfrentadas.

6.- No utilices la fuerza para suprimir las ideas que crees perniciosas, pues si lo haces ellas te suprimirán a ti.

7.- No temas ser extravagante en tus ideas, pues todas las ideas ahora aceptadas fueron en su idea extravagantes.

8.- Disfruta más con la discrepancia inteligente que con la conformidad pasiva, pues si valoras la inteligencia como debieras, aquélla significa un acuerdo más profundo que ésta.

9.- Muéstrate escrupuloso en la verdad, aunque la verdad sea incómoda, pues más incómoda es cuando tratas de ocultarla.

10.- No sientas envidia de la felicidad de los que viven en el paraíso de los necios, pues sólo un necio pensará que eso es la felicidad.

En cuanto al primer principio, “No estés absolutamente seguro de nada”, la tendencia del ser humano, en especial en épocas de crisis, es dudar de todo y de todos. Y la única forma que tienen los colectivos –en este caso las empresas- de combatir dicha tendencia es generar confianza. Es necesario tener presente que los individuos otorgamos nuestra confianza a quien proporciona el mayor volumen de información veraz posible.

La veracidad de la información enlaza con el segundo (“No creas conveniente actuar ocultando pruebas, pues las pruebas terminan por salir a la luz”) y el octavo (“Disfruta más con la discrepancia inteligente que con la conformidad pasiva, pues si valoras la inteligencia como debieras, aquélla significa un acuerdo más profundo que ésta”) principio.

Esto significa que no basta con publicar información veraz, debe también ser completa, pues tratar de ocultarla sería un desafío a la realidad. Resulta osado pensar que, en tiempos de Falciani o Assange, un interesado con medios no va a enterarse. Por ello, conviene anticiparse a las eventuales críticas que puedan surgir –en especial cuando llegan los malos resultados- y explicar con tiempo y claridad las causas y las soluciones previstas para recuperar la posición perdida.

En consonancia con estos dos principios, no puedo olvidarme del séptimo principio. “No temas ser extravagante en tus ideas, pues todas las ideas ahora aceptadas fueron en su idea extravagantes”. Para cualquier compañía puede ser arriesgado ofrecer una gran cantidad de información a sus grupos de interés. Sin embargo, no es menos cierto que el  principio de transparencia del actual Plan General de Contabilidad o la Directiva MIFID II y sus exigencias de transparencia no hacen sino reforzar la idea de que este principio va a dar la vuelta a la normativa legal en España y el resto de Europa. De esta manera, las compañías que han tenido la personalidad suficiente como para realizar una política de comunicación abierta y transparente, tachada de extravagante en muchos casos, han visto recompensada su idea pues ésta ya no parece tan extraña.

Adelantado a su tiempo o no, acertado en su defensa del liberalismo o no, lo que sí queda claro acerca de los 10 mandamientos de Russell es que pueden hacernos ver la importancia de una política de comunicación empresarial transparente y cercana desde otra perspectiva.

Para que ser transparente merezca la pena hace falta tener personalidad e, incluso, valentía. Sin embargo, y a pesar de que las ideas extravagantes no siempre triunfan, el mercado siempre premia al que sabe anticiparse.

Alfonso Amorós

Director